
Una de las muchas situaciones jocosas, poco suertudas y entretenidas que he vivido han sido producto de mi negativa a la negativa, a no saber decir en muchas ocasiones NO GRACIAS o simplemente gracias y terminar aceptando cosas que me desagradan.
Como en la oportunidad que fui a sapear a una peluquería -esas de metrosexuales- por insistencia de Chechi. Entré junto a ella y ni bien di un paso más, la puerta -esas que tienen 'resortes atrapa clientes'-, se cerró misma película de terror y no me quedó más que preguntar a cuánto el cortecito.
Ya con la yuca adentro refunfuñaba el tener que pagar cinco veces más que mi peluquera de la Av. Constructores. Hay caracho, ahora que me acuerdo... eso si era servicio: tenía mi molde exacto, me daba masajitos, hacía un espectacular lavado de chimba antiestrés y todo por una mano.
Luego de terminar mi incursión en la peluquería coffiure fashion ya no ya noté para mi descontento, que el resultado era el mismo que el de siempre (pero mucho más caro). Obvio, creía acaso que podían arreglar mi indomable e incurable pelo lacio espinoso?. Todo por no voltear luego de preguntar el costo o simplemente decir "ya okey, gracias" y salir pese a las miradas de los clientes apostados en el lugar.
Algo parecido sucedió un par de meses atrás en un restaurante donde las ganas de comerme un bien proporcionado y poco nutritivo menú se esfumaron cuando supe que el lomito saltado costaba como buffet en la Costa Verde. Pero oh no, otra vez, para mi mala suerte ya estaba sentadazo, con el vaso de chicha morada por la mitad y la moza buena moza con el lapicero en la mano leyendo mis labios.
No sé si fue descuido mío o una buena estrategia de marketing pero el hecho es que caballero nomás, a pedir se ha dicho. Por Dios que en ese momento me entraron unas ganas de hacer dieta pero al final todo costaba lo mismo. Terminé mi plato con desgano y tuve que pagar sabiendo que en las bochas o el geto, sabían más rico y costaban la mitad.
Después de estos incidentes he aprendido a decir no a todo (lo que no me conviene). Especialmente si me piden prestado plata, voy a una peluquería ficha o me invitan al Aura o al Voce.
Un NO puede sonar descortés pero a la vez evitarte varios disgustos. Por eso...aunque un poco tarde: MAMÁ YA NO QUIERO SOPA. He dicho.
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